jueves, 22 de abril de 2021

Transgresión.

 

Cuando un grupo de personas no encuentra ni un punto de conciliación con la cultura que se tiene como establecida, se genera una ruptura social sumada con una necesidad de crear un sistema propio; a esto es a lo que se le llama Contracultura. Las personas que conforman la contracultura vienen siendo lo que se conoce como marginados: personas, comúnmente jóvenes, deseosos de encontrar y revelar su verdadera identidad que no se sienten parte ni aceptados por la sociedad en la que conviven. Por tal motivo, de estos individuos nace el deseo de querer ser parte de algo, de poder identificarse, de poder definirse. Es así que estos crean un grupo contracultural que por lo general tiene elementos como ideales humanitarios o universalistas, deseo de querer eliminar cualquier diferencia que se establezca entre los seres humanos (raza, género, orientación sexual, etc.) y necesidad por hacer del Derecho aquello que gobierne el mundo (Britto, 2005). Claro ejemplo de esto, es el movimiento Hippie que surge en Estados Unidos en la década de 1960, siendo su punto de referencia y mayor impulsadora la Generación Beat; además de otros hechos importantes como la guerra de Vietnam, la enemistad con el Gobierno Estadounidense, el consumismo tecnológico que reducía la capacidad creativa del ser humano y el descubrimiento de sustancias alucinógenas que representaban el camino hacia una nueva espiritualidad (Ruiz, 2007, citado en Mora, 2018).  Este grupo quería demostrar su inconformismo y su deseo por no pertenecer al sistema, y pretendían hacerlo por medio de valores pacifistas, la liberación sexual y femenina, la preocupación por el medio ambiente y el rechazo al capitalismo, consumismo y materialismo. Sin embargo, así como nació, tuvo que morir, pues la cruda realidad les mostró que no serían jóvenes para siempre, que un día, al igual que sus padres, envejecerían, que los hijos que tenían necesitaban educación, comida, un lugar donde dormir; al final, esto resultó en la reinserción de estas personas al sistema que tanto habían rechazado.

La muerte y fin del Hipismo dio paso al nacimiento de otra contracultura, una completamente opuesta a lo que fue su predecesora: El movimiento Punk. En medio de una recesión económica, la decadencia del propio sistema capitalista, la falta de recursos naturales, las pocas oportunidades laborales y el declive del orden gubernamental y militar; surge en la década de 1970, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, una contracultura compuesta por jóvenes que no veían un futuro dentro del sistema en el que se encontraban. Al ver estos cada vez más lejos la posibilidad de poder ascender de grupo social, de acceder al sistema educativo superior, de aumentar sus ingresos y de ser tenidos en cuenta como grupo de presión social; sin nada que perder, emprenden un camino donde reina la destrucción en muestra de rechazo al sistema que más que cobijarlos, los desamparaba (Britto, 2005). A diferencia del movimiento Hippie, el Punk se caracterizó por rechazar más que por proponer nuevas ideas. De hecho, el rechazo iba dirigido hacia los ideales que propusieron los hippies, pues consideraban que estos fueron “tibios” y vendidos al mundo capitalista y consumista (Heath & Potter, 2004). El Punk, abriéndose paso en una sociedad que los consideraba basura, por medio de composiciones musicales simples, ruidosas, poco elaboradas y con un ritmo agresivo, logra ser considerado como un género de protesta social. Canciones como “Anarchist in the U.K – Sex Pistols”, “Bonzo Goes to Bittburg - Ramones”, “White Riot - The Clash  California Über Alles - Dead Kennedys” o “God Save The Queen – Sex Pistols”, son la clara representación de esto.

La fuerza del mensaje musical y social del movimiento Punk fue tan penetrante y transgresora que borró las barreras territoriales y en la década de 1980 llega a Colombia, haciendo mella, principalmente, en los jóvenes pertenecientes a la clase baja de la ciudad de Medellín. La capital antioqueña estaba empezando a vivir una de sus épocas más violentas pues, además de las organizaciones narcotraficantes, la presión del Gobierno Norteamericano y las estructuras sicariales que empezaban a surgir, Medellín se enfrentaba a 3 guerras al tiempo: una con el estado, otra con el cartel de Cali y la tercera con los paramilitares del Magdalena Medio (Guerrero, 2014). La capital paisa agonizaba en un mar de sangre, plomo, droga y dinero sucio, y los principales afectados resultaron ser los jóvenes de las comunas de esta ciudad. Mientras que las cabezas de los grupos narcotraficantes se hacían con sumas de dineros exorbitantes, los barrios de clase baja de Medellín sufrían en la miseria, pues resultaron ser el lugar preciso para las organizaciones sicariales aprovechándose de jóvenes que no veían un futuro y su única opción era unirse a estas bandas.  (Medellin es un parche Punk )


En 1991, inspirada en la difícil vida que estaban destinados a vivir todos aquellos jóvenes que nacían en las comunas de Medellín, se estrena una de las mejores producciones cinematográficas colombianas hasta el momento: Rodrigo D. No Futuro. Dicho anteriormente, el Punk resulta tener una gran acogida por parte de estos jóvenes, y lo que hace la película, más allá de mostrar la cruda realidad, es incorporar la música Punk como elemento de salvación y desahogo ante una sociedad que se comía vivos a estas personas. El Punk se presenta nuevamente con su carácter social y como una herramienta de poder para usar en contra del Gobierno Colombiano, los policías, los militares y el narcotráfico. Como explica Borbón (2016), “ante la densidad propia de la ciudad, los sonidos densos de expresiones musicales como el punk y el metal se hacen presentes como acto de crítica y de denuncia, pero también como actos artísticos de lucha de resistencia” (p. 80). Si se observa la película con detenimiento, y se hace la tarea de repasar los detalles de esta luego de verla, se entenderá el papel tan importante que, para esa época, tuvo el Punk como género y movimiento. Este se convierte en la voz de los “pelaos” de la clase baja de Medellín, en la opción para no participar del sicariato, de los robos, del narcotráfico que, para ese entonces, representaban la única forma de no ser asesinado y sobrevivir entre tanto muerto; el Punk les estaba ofreciendo una nueva oportunidad de vivir y de salir del “sin futuro”. Irónicamente, Rodrigo, el que más utiliza, valora, siente y vive el Punk como forma de desahogarse de su vida, decide suicidarse. Ante tal final, cualquiera pensaría que la sociedad que tanto odiaba Rodrigo ganó la partida; sin embargo, la decisión que toma él de matarse es la escena más transgresora de la película y el acto más contracultural que se muestra, pues Rodrigo se va por decisión propia, quitándole el poder al sistema, que estaba acostumbrado a asesinar a los jóvenes de Medellín, de acabar con su vida y su futuro.



Han pasado 30 años desde que la película se estrenó y 40 años desde que el Punk llegó a Colombia. Durante estos años, este movimiento se ha transformado y sus múltiples cambios han sido representados por bandas como I.R.A, Dexkoncierto, P-Ne, Peste Muntantex, (Medellín), Policarpa y sus viciosas, La Pestilencia, Odio a Botero, y Eskoria. (Bogotá), todas estas teniendo en común el inconformismo y la lucha en contra del sistema que oprime cada vez más. Sin embargo, también han pasado más de 54 años desde que en Colombia inicio el conflicto armado y no es mucho lo que ha cambiado. El conflicto que nace del sistema sigue, pero las contraculturas se debilitan, incluso mueren sin darse cuenta. Se sigue creyendo que solo con acciones gigantescas es que la gente se hará oír, pero los actos de rebeldía también pueden iniciar por uno mismo, no se necesita a mil más como uno para darse cuenta que el mundo en el que se vive es abrumador, es acelerado es agresivo y no tiene sentido, no en vano Rodrigo se suicida. Sin embargo, el acto contracultural ahora es vivir, es soportar en medio de un mundo que a toda hora te dice “matate”, que te presenta estándares de vida imposibles, que te condena a la pobreza, a la violencia, que te coacciona cada acción y pensamiento, lo revolucionario es vivir y luchar en contra de un sistema del que no se podrá salir, pero luchar al fin y al cabo. Quiero cerrar con esto: todo pequeño acto de transgresión, no importa lo insignificante que pueda parecer, es también un pequeño soplo de libertad; y ¿qué es la contracultura más que la sensación de sentirse/me/nos libres?














Referencias:

Britto, Luis., (2005). El imperio contracultural: del rock a la postmodernidad. La Habana, Cuba: Editorial Arte y Literatura.

Borbón, Liliana. (2016). “Rodrigo D. No Futuro”: estética y transgresión. EN.Clave Social, 1(5), 72-81.

Guerrero, Freddy. (2014). Medellín años 80. Ciudad Pazando, 1(2), 49-55. doi https://doi.org/10.14483/2422278X.7382

Heath, Joseph, & Potter, Andrew. (2004). Rebelarse vende: el negocio de la contracultura. Madrid, España: Taurus

Mora, Paloma. (2018). Movimientos de contracultura: El movimiento hippie. Trabajo de grado. Castellón: Universitat Jaume l.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Transgresión.

  Cuando un grupo de personas no encuentra ni un punto de conciliación con la cultura que se tiene como establecida, se genera una ruptura s...